... y así empieza la historia.
Aquel niño flaco y tímido , pero inquieto por aprender y salir adelante, levantó rápidamente su mano, queriendo ser el primero en dar su aporte acerca de la noticia científica que publicaba el principal diario que circulaba en su región. Con la certeza y la seguridad que le daba lo aprendido, se adueñó de la clase de la profesora de biología, quien además de felicitarlo le calificaba un diez por su aporte a la clase. No sabía qué lo hacía más feliz: si el diez que acababan de otorgarle, las felicitaciones de la profesora y los compañeros de clase, o el guiño coqueto de aquella chica que oficiaba como su novia.
Pasó un año, y aquellos primeros triunfos fueron su principal aliciente para convertirse en el "profesor de álgebra" de sus compañeras, que parecían tener una enemistad eterna e irreconciliable con la matemática.
Su juventud estuvo marcada como la de todo niño de clase baja, pero también tuvo la fortuna de criarse en un hogar conformado por su madre y hermano mayor; ella, con mucha dedicación y amor, siempre le brindó lo mejor de sus afectos, cuidados y sabios consejos; mientras, aquel fue su mano derecha, no sólo con las tareas de la escuela, sino que también fue su protector.
A pesar de las dificultades se graduó como bachiller normalista, el el IDEM Antonio Nariño, de su Puerto Berrío del alma.
Aquel niño flaco y tímido , pero inquieto por aprender y salir adelante, levantó rápidamente su mano, queriendo ser el primero en dar su aporte acerca de la noticia científica que publicaba el principal diario que circulaba en su región. Con la certeza y la seguridad que le daba lo aprendido, se adueñó de la clase de la profesora de biología, quien además de felicitarlo le calificaba un diez por su aporte a la clase. No sabía qué lo hacía más feliz: si el diez que acababan de otorgarle, las felicitaciones de la profesora y los compañeros de clase, o el guiño coqueto de aquella chica que oficiaba como su novia.
Pasó un año, y aquellos primeros triunfos fueron su principal aliciente para convertirse en el "profesor de álgebra" de sus compañeras, que parecían tener una enemistad eterna e irreconciliable con la matemática.
Su juventud estuvo marcada como la de todo niño de clase baja, pero también tuvo la fortuna de criarse en un hogar conformado por su madre y hermano mayor; ella, con mucha dedicación y amor, siempre le brindó lo mejor de sus afectos, cuidados y sabios consejos; mientras, aquel fue su mano derecha, no sólo con las tareas de la escuela, sino que también fue su protector.
A pesar de las dificultades se graduó como bachiller normalista, el el IDEM Antonio Nariño, de su Puerto Berrío del alma.